Los componentes básicos de la Pedagogía deben estar siempre en consonancia con las Leyes de Dios, fundando los cimientos de una estructura mental que proporcione el éxito y la felicidad en la persona que las aprenda y las aplique en su vida cotidiana.

La empresa de salvación que lo trajo a la tierra no sólo fue preparada minuciosamente, con lujo de detalles, con mucha prudencia, inteligencia y anticipación, y sobre todo en consulta con su Padre, sino que la cumplió de una manera plena, vigorosa, enérgica  y eficaz hasta sus últimas consecuencias, así como nosotros debemos cumplir con nuestras metas, propósitos, aspiraciones y sueños.

En ese sentido, una alternativa de solución a los males de un mundo caracterizado por la ambición, el narcisismo, odios de todo tipo, enfermedades incurables, la división, la discriminación racial y sexual, la miseria, las guerras, el hambre, el desempleo, las persecuciones, la explotación, las injusticias, las desesperanzas y el temor al fracaso, lo cual, a nuestro juicio, son consecuencias de un sistema en decadencia, un proceso y una institución educativa que han colapsado porque proporcionan un aprendizaje que ya no es válido para el tercer milenio.

Se plantea una nueva teoría acerca del aprendizaje humano, la “Teoría del Aprendizaje Divino» (TADI), basada en las cualidades, atributos, características, particularidades del Aprendizaje Divino que, integradas en un sistema, constituyen las principales categorías y configuraciones de la TADI y se convierten en componentes del Decálogo Axiopedagógico que he llamado “Decálogo del Aprendizaje Divino(DADI).

Ahora bien, cuando se plantea una nueva teoría, a veces resulta útil indicar los enfoques a los cuales se opone de manera más radical y contundente. En este caso sólo la Fe es un categórico y contundente argumento de oposición a otras teorías, no obstante, haré alusión a algunas sin mencionarlas para no herir susceptibilidades y no crear una discusión estéril que no nos conduciría realmente a nada significativo. Lo más importante es creer aunque no vea.

En mi crítica no voy a mencionar a ningún autor en particular (son muchos los equivocados) porque creo que ahora eso no es lo más importante, ni voy a hacer alusión a ninguna teoría específica ni a ningún modelo pedagógico (a veces mal llamado así).

Sólo siento y quiero decir que no es justo, objetivo, ni razonable, que se considere al ser humano como un animal superior y se reduzca groseramente la divinidad del ser humano a una similitud lineal entre el mundo humano y el mundo animal. Y peor aún, que se generalicen resultados obtenidos en experimentos con animales y se extrapolen al contexto humano. ¡Qué barbaridad, chico!, ¡Qué cosa más grande!, como diría cualquier paisano mío.

La humanidad disfruta de una relación especial con Dios todopoderoso, nuestro Señor, único Creador de todo el Universo, debido precisamente a que fuimos creados a su imagen y semejanza, y por ello hay un gran abismo de separación entre los seres humanos y los animales o el resto de seres vivos creados por Dios.

Los seres humanos no somos simples animales de dos pies con capacidades, inteligencias y un cerebro altamente desarrollado. Por el contrario, somos personas creadas a imagen y semejanza de Dios, y por consiguiente, tenemos libre acceso a él, participamos y disfrutamos de los beneficios del ambiente, el entorno y la naturaleza divina.

El amor y el intelecto son rasgos humanos universales  porque son parte de las exclusividades de Dios. La singularidad y particularidad humana se argumenta a partir del hecho de que Dios apartó al hombre del resto de seres vivos y no vivos de toda la creación, con el fin de ser la única criatura entre los habitantes de la tierra que fuera responsable de sus actos y respondiera por ellos (Génesis 1:28).

El ser humano tuvo la sagrada función de ser administrador de la creación de Dios. Sólo el ser humano actúa como vicegerente de Dios sobre la tierra. Él es nuestro jefe mayor, el Gerente de todo cuanto habita en el Universo, precisamente por ser su creador, único y eterno dueño de todos nosotros.

Además, Dios también nos dotó (a los hombres y a las mujeres) con la preciosa y necesaria habilidad de vivir la maravillosa vida intrínseca de la mente a través del pensamiento interno (cognición), la verbalización externa (expresión) y la manifestación de nuestras emociones, sentimientos, y amor (afectividad) por el prójimo, y nos dio la capacidad de dejar huellas positivas de amor en nuestros semejantes, así como trascender nuestro mundo y el de nuestro propio ser mediante la conciencia.

Según la Biblia, los seres humanos fuimos creados con la habilidad de comunicarnos (competencias comunicativas) y desarrollar relaciones personales (inteligencia interpersonal) con Dios, nuestro creador.

La imagen y semejanza de Dios ocupa, está presente y se extiende a todos los aspectos del individuo. Los seres humanos fuimos creados a imagen de Dios, mental, espiritual y físicamente.

En las escrituras se acepta y se respalda la consideración de varias dimensiones humanas, varias partes del hombre como partícipes y contendoras de la imagen de Dios. Luego entonces, si Dios es Amor, ¿Qué somos nosotros los seres humanos?, la respuesta es obvia y lógica: Amor. Los seres humanos en la creación fuimos dotados de amor, bondad, confianza, racionalidad y justicia.

Sin embargo, en la actualidad los jóvenes ya no son tan amorosos, bondadosos, responsables, laboriosos, estudiosos, racionales, amables, solidarios, disciplinados, ni justos. Tanto la sociedad humana en general como las relaciones personales individuales están plagadas de violencia, alienación, irracionalidad, ingratitud, atraco, enajenación, brutalidad y egoísmo.

La humanidad ha cambiado, lo podemos observar en nuestra cotidianidad, y este cambio es la consecuencia de su rechazo a Dios y haber elegido su propio camino. Como resultado, las personas se alienaron de Dios (Génesis 3:8-10),  (2:17; 3:19).

No obstante, aunque la imagen se ha fracturado y distorsionado gravemente, no ha sido destruida (Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Jonás 3:9).

Aunque la imagen se ha quebrantado y desfigurado enormemente, no ha sido destruida totalmente, aún no ha sido pulverizada del todo, aún existen en la humanidad cenizas de la imagen después de la caída, algunos fragmentos de estrellas divinas aún iluminan nuestro horizonte en medio de la sociedad putrefacta y menguada.

Por lo tanto, aunque las personas están torcidas y perdidas como resultado de la caída, aún son seres humanos.

Estos criterios, preceptos y fundamentos basados en la Fe cristiana nos llevan a plantear algunos (no todos) postulados de la Teoría del Aprendizaje Divino (TADI).

PRINCIPALES POSTULADOS DE LA TEORÍA DEL APRENDIZAJE DIVINO (TADI)

1. El estudiante es el ángel de la educación. Imagen divina del estudiante.

2. Los sujetos del proceso de enseñanza – aprendizaje son Jesús, los estudiantes y el maestro.

3. El maestro es un reconciliador en restaurar la imagen de Dios en los estudiantes.

4. La educación es un proceso divino de redención. La finalidad de la educación es redimir.

5. La educación es una relación entre sujetos divinos: Dios, el maestro y el estudiante.

6. Existe una estrecha relación entre la Fe y el Aprendizaje.

7. La divinidad interviene en el proceso de enseñanza – aprendizaje. El aprendizaje es un acto de intervención divina.

8. Para que se revele el aprendizaje divino debe haber una interconexión (mente, corazón y espíritu) entre el maestro, Dios y el estudiante (conexión trialógica, holística y configuracional)

9. Dios no sólo dota al ser humano de las capacidades intelectuales (cerebro humano) para aprender y aprehender sino que interviene divinamente en el propio proceso de aprendizaje de los niños (as).

  1. Dios desempeña un papel significativo en el desarrollo armónico e integral de la personalidad de los niños (as).